¿Exagera la aplicación alemana de rastreo de COVID-19 con la protección de datos?

Lo admito de antemano: yo mismo uso la aplicación alemana "Corona-Warn”, que permite registrar los contactos que tuve con personas diagnosticadas con COVID-19. Por lo general, trabaja silenciosamente. Incluso cuando apago el Bluetooth de mi móvil, no se queja. En este caso la aplicación ya no puede determinar si hay otros usuarios de la app en la cercanía.

En Alemania, la aplicación ha sido descargada casi 24 millones de veces, señala el Instituto Robert Koch (RKI). En vista de los 83 millones de habitantes, no es una cifra insignificante.

Pero es menos del alcance que podría tener. Según encuestas, más de la mitad de los alemanes estarían dispuestos a usar la aplicación. Después de todo, se supone que ayuda a romper las cadenas de infección. Y, mientras más gente use la aplicación, mejor puede funcionar esta.

Pero incluso de los casi 24 millones de personas que han descargado la aplicación, solo una parte la está usando correctamente. Al menos eso es lo que sugiere el número de pruebas positivas de coronavirus que los usuarios reportan a la aplicación.

Según el RKI, un promedio de alrededor de 2200 personas hacen esa notificación cada día. Dado que hay entre 20.000 y 30.000 nuevas infecciones en Alemania cada día, eso no constituye ni siquiera una de cada diez personas. Sin embargo, esta información es esencial para que la aplicación funcione, porque solo de esa manera puede alertar a otros usuarios.

Contactos de riesgo

Hasta ahora, la aplicación me ha avisado una sola vez por medio de una señal de alerta, en rojo, sobre un mayor riesgo de infección. Primero me mostró uno, después tres encuentros de riesgo, todos en el mismo día. La ubicación y la hora permanecieron desconocidas, y no había información sobre los infectados.

El día en cuestión, la única causa pudo haber sido una visita a un restaurante. Probablemente, los tres clientes de la mesa de al lado también eran usuarios de la aplicación y, tras dar positivo en la prueba de COVOID-19, compartieron los resultados con la aplicación.

Junto con esa advertencia, recibí la recomendación de hacerme la prueba del COVID-19. Los médicos y los centros de pruebas solo necesitan la advertencia de la aplicación para realizar la prueba de forma gratuita. El resultado llegó dos días después, también a través de la aplicación.

Si la prueba hubiera sido positiva, la aplicación habría podido alertar a todos los que habían tenido contacto conmigo en los días anteriores, aunque solo fuera sentándose cerca de mí en el tren. Por supuesto, el prerrequisito para esto es que yo también comparta el resultado de la prueba a través de la aplicación.

Sin embargo, según el RKI, solo la mitad de todos los usuarios de la aplicación que están infectados lo hacen (el 54 por ciento). La versión actual 1.7 ahora trata de animar a los usuarios a compartir su resultado positivo a través de múltiples recordatorios.

Investigando a los que no usan la aplicación

En un estudio aún no publicado, los investigadores de la Universidad Goethe, de Fráncfort del Meno, han estudiado por qué muchas personas, a pesar de tener una actitud positiva hacia la aplicación, no la usan.

"La falta de información y malentendidos son las principales razones por las que muchas personas que tienen una actitud positiva hacia la aplicación no deciden descargarla", dice la coautora Valerie Carl a DW. "Muchos tienes dudas sobre la protección de los datos personales, el temor de que la aplicación se utilice para vigilar a la población, que los datos no sean anonimizados, o que se acceda a datos privados en el teléfono".

La aplicación no hace nada de eso, ni crea perfiles de movimiento a través del GPS. Los investigadores concluyen que una mejor información, especialmente acerca de los altos estándares de privacidad de la aplicación, podría conducir a una mayor aceptación y a un uso más asiduo.

Contra los "fetichistas” de la protección de datos

Sin embargo, también hay un número cada vez más grande de personas que exigen una menor protección de los datos en la lucha contra el coronavirus. "Ahora debe tratarse de proteger eficazmente la vida y la integridad física de las personas, en lugar de hacer felices a los fetichistas de la protección de datos de nuestro país", sostiene, por ejemplo, el diputado del Parlamento alemán Christoph de Vries (CDU).

También en los debates en televisión hay llamadas a que se cuente con una aplicación que pueda crear perfiles de movimiento del usuario. Como ejemplo sirven países asiáticos como Taiwán y Corea del Sur, en los que se consiguió controlar la pandemia sin necesidad de cerrar sectores económicos enteros.

La aplicación como chivo expiatorio

Sin embargo, esos ejemplos son, en realidad, producto de un malentendido de los métodos utilizados en dichos países, dice Markus Beckedahl, fundador de la conferencia digital "re:publica”. Corea del Sur, por ejemplo, utilizaría el rastreo para vigilar el cumplimiento de la cuarentenade 14 días, que no se vigila debidamente en Alemania.

"En Corea del Sur observan muy de cerca si alguien sale de su casa con tu teléfono móvil, o si hace compras en algún lugar con tarjetas de crédito. Es ese caso, se aplican severas sanciones", cuenta Beckedahl.

Según Beckedahl, el problema es otro: "La culpa es del sistema, y del hecho de que todavía tenemos infraestructuras análogas en partes de nuestro sistema de salud". Por ejemplo, la comunicación entre las autoridades sanitarias y los laboratorios sigue realizándose en parte por fax, lo que provoca grandes retrasos, sostiene el experto. "Deberíamos dejar de culpar a la protección de datos por todos los errores cometidos durante la pandemia", exige Beckedahl.

FUENTE:https://www.dw.com/es/exagera-la-aplicación-alemana-de-rastreo-de-covid-19-con-la-protección-de-datos/a-55975456

EXTRAIDO: 20/12/2020

 

 

 

 

 

 

Las apps de rastreo de Covid-19 no pueden funcionar en democracias

Rotunda y algo desesperanzada. Así se muestra la matemática estadounidense Cathy O'Neil, autora del blog mathbabe.org y de varios libros sobre ciencia de datos, entre los que se incluye 'Armas de destrucción matemática', una dura crítica a cómo el uso de las matemáticas y de los algoritmos, cada vez más oscuros y complejos, puede condicionar nuestras vidas.

 

Un impacto hasta en lo más elemental. O’Neil no duda en alertar sobre cómo los datos, si no se explican correctamente, podrían incluso crear una distancia entre organismos públicos y sociedad, como, según ella misma afirma, está ocurriendo en plena pandemia del COVID19.

 
 

No deberían utilizarse modelos matemáticos para explicar al ciudadano temas de salud pública. Las ruedas de prensa, por ejemplo, que están ofreciendo los gobiernos, para informar de los infectados o fallecidos por el coronavirus, con gráficos y curvas de campana, son un absoluto error”, afirma.

 

Y es que para Cathy O’Neil el intentar informar con modelos matemáticos, “manipulados siempre” sobre algo tan grave como la progresión de la pandemia, no hace sino “acallar a la gente, distanciar a la sociedad. Los ciudadanos, al ver estos datos, estos algoritmos y explicaciones matemáticas, piensan que, como no son doctores o expertos en la materia, no tienen derecho a cuestionarlos y, así, se distancian de la solución”.

 

La privacidad es un lujo

También crítica se ha mostrado con las distintas aplicaciones móviles que muchos países han lanzado para controlar el contagio del coronavirus.

Este tipo de aplicaciones solo pueden funcionar en países con regímenes opresivos, como China, donde el Gobierno sí o sí te obliga a quedarte en tu casa si estás contagiado o en países en los que se da una ayuda al ciudadano que tiene que guardar una cuarentena, como, en un principio, fue el caso de Singapur”.

Pero no pueden funcionar en países como EEUU o, tan siquiera, en España ya que, según O’Neil, en estas sociedades, “la gente tiene que ir a trabajar, no puede permitirse el lujo de tener una aplicación que le diga si está en riesgo o está contagiado porque eso le va a obligar a aislarse y, con ello, a tal vez perder su trabajo”.

 

Para la activista estadounidense, que ha participado recientemente en el Foro Telos 2020, “primero hay que ocuparse de las necesidades básicas de las personas, de cubrirlas y, a partir de ahí, podemos empezar a hablar de aplicaciones y privacidad. De momento, tal y como funciona la sociedad, la gran mayoría no puede permitirse quedarse en su casa dos semanas… De ahí que, en este caso, opine que la privacidad es un lujo”.

“Me gustaría nacionalizar Amazon”

Preguntada por el poder de los datos y, más concretamente, por el peligro de que residan en unas pocas manos, como las de empresas como Google, Facebook o Amazon, O’Neil se muestra resignada. “Es una amenaza inevitable pero histórica. Los datos son poder y el poder atrae el poder”.

Para la matemática y experta en Big Data, el problema no es el monopolio sino que, esas empresas, no sigan unas reglas. “Lo importante no es el monopolio sino que se les impongan una reglas éticas y que las cumplan. Si cumpliesen las reglas, que sean un monopolio, sería lo de menos”.

Además, es ese poder el que hace que estas empresas sean tan “atractivas” y, con ello, cada vez más poderosas. “Si pudiese, me gustaría nacionalizar Amazon, por ejemplo. Las empresas nacionalizadas resultan aburridas para todo el mundo”.

 

FUENTE: https://www.elespanol.com/invertia/disruptores-innovadores/innovadores/investigacion/20201214/cathy-oneil-rastreo-covid-19-no-funcionar-democracias/542447324_0.html

EXTRAIDO: 20/12/2020

 

 

 

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